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Un caballero común
y corriente es torturado hasta lo increíble por una mujer extremadamente dulce, los personajes antagónicos de una historia
policial se baten en un duelo a muerte que puede finalizar literalmente con la destrucción del mundo, dos gallos riñen a picotazos
y kung fu estilo The Matrix, japoneses, chinos y brasileños transforman a un suburbio de Tokio en un campo de batalla. Situaciones
realmente desmesuradas en las que brilla el cine de este impredecible realizador. Sentarse a disfrutar de una película de
Takashi Miike implica esperar lo inesperado, disfrutar de las imágenes, dejarse llevar. Quizás sea ese dejarse llevar lo que
devuelve al espectador de cine la misma sensación de sorpresa que los actos de ilusionismo que veía en su primera infancia.
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Takashi Miike
nació en Osaka en 1960 y fue asistente del maestro Shoei Imamura; pero fue en 1995 cuando se estableció como un realizador
con el filme Shinjuku Triad Society (Shinjuku Kuroshakai), en 1997 dio a conocer Rainy dog (Gokudo Kuroshakai) y en 1998 una
especie de cuento de hadas para adultos llamado The Bird People of China (Chugoku no Chojin). Con la película Fudoh (1995)
es conocido en occidente y transformado en cineasta de culto, las bases del cine de Miike ya estaban construidas: pueden verse
a chicas de colegio armadas hasta los dientes y dardos clavados en la vagina de una stripper.
Miike confirmó
sus dotes de cineasta hiperkinético con Dead or Alive (Hanzaisha - 1999), Audiction
(1999) y The City of de Lost Souls (Hyoryu gai- 2000)
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