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reunión de trabajo

Me disponía a marcharme del trabajo, cuando sonó el telefóno. Por el sonido del ring supe que era una llamada externa. Estuve a punto de no contestar, pero al final descolgué:

-Dígame?
-Hola, soy Pedro. Quiero verte mañana en mi oficina.
-Mañana? -pregunté
-Si, coges el puente aéreo. A las 2 en mi oficina. Hasta mañana.

La voz de mi jefe había sonado bastante dura. ¿Por qué me citaba en su oficina y lo hacía con tan poco tiempo de aviso?. Él sabía que estaba muy ocupada y eso de ponerme una reunión con tanta urgencia me hacía pensar lo peor.

Eran las 12 y estaba a punto de embarcar. En eso momento sonó mi móvil. Vi el número en la pantalla. Otra vez mi jefe.

-Hola Pedro.-respondí.
-Dónde estás?. -preguntó con un tono impaciente.
-Embarcando.
-Estás cansada?
-Un poco
-Descansa durante el trayecto.
Parecía una orden, más que un consejo.

Poco antes de las 2 llegaba a su oficina.

-Te estaba esperando-dijo al verme
-¿Qué ocurre Pedro?. Aquello comenzaba a ponerme nerviosa. Primero me ordenó que fuese a verle y ahora me recibía como si nada estuviese pasando
-Nada contestó de manera escueta.

Abrió la puerta de su oficina y pude ver una mesa muy bien preparada para una comida formal. Sólo había dos cubiertos. A continuación entró un camarero con un carrito y nos sirvió una deliciosa comida.

Durante la comida charlamos animadamente. Hablamos de todo, excepto del trabajo. Yo deseaba preguntarle a qué venía todo eso pero no me atrevía. Cuando terminamos, el camarero retiró todo y se fue.

Pedro se levantó de la silla, me tendió la mano y yo me levanté. Cogí su mano y me dejé guiar. Me llevó al baño que había en su mismo despacho. Al abrir la primera puerta llegabas al baño y después había otra puerta que no llegaba al techo y que servía para separar el retrete. Una fuerza me empujaba a callar y a seguirle. Comenzó a acariciarme libidinosamente. En ese momento, intenté detenerle pero sólo me dijo:

-Cállate, puta.

Ordenó que me desnudase no sin antes ofrecerme un antifaz para que cubriese mis ojos. Así lo hice. Hizo que me sentase en la taza del w.c., sacó unas cuerdas con las que ató mis manos en la espalda pasando las cuerdas por mis muñecas y por la tuberia que va de la cisterna al retrete. Se fue.

Cuando salió, pude comprobar que las ataduras no eran fuerte. Si queria podía desatarme. Pero no lo hice. En mi interior, había una fuerte contradicción. Por un lado quería irme pero en cambio me quedé quieta, deseando que volviese. Al cabo de un par de minutos mi cuerpo empezó a temblar y no era de frío.
 
Pasado algún tiempo, que a mi me pareció una eternidad, oí como se abría la puerta. Yo seguía temblando.Él abrió mis piernas y empezó a tocarme, sentía lo húmeda que estaba. Me estaba acariciando deliciosamente. Empezaba a abandonarme cuando de repente se detuvo para desatarme las manos.
 
Me puso de pie, me dio la vuelta e hizo que me inclinase colocando mis manos en la tapa del w.c. Todos sus movimientos fueron firmes y algo bruscos. En ese momento, su mano se estrelló en mi culo. Comenzó a azotarme, cada vez más fuerte. Primero el lado derecho, después el izquierdo. Me golpeaba sin cesar. Mi culo estaba ardiendo. Me dolía pero no decía nada. Aquella situación me superaba. Estaba absolutamente desorientada.

De repente se detuvo. Mis piernas empezaban a flaquear. Comenzó a masturbarme. Toda su mano en mi coño, frotándolo. Sentí su lengua húmeda lamiendo mi culito enrojecido y todavía ardiendo. Su lengua era mi alivio. Estaba totalmente excitada. De pronto, sentí su lengua en mi ano. Su mano seguía acariciándome el clítoris. Apartó su lengua y empezó a follarme el culo con los dedos. Me estaba follando por el culo, por el clítoris y por el coño. No pude más. Tuve un orgasmo divino.

Me ayudó a incorporarme y me besó delicadamente los labios. Yo seguía con los ojos vendados y al besarme comprobé que él seguía vestido ya que mis brazos rozaron su camisa. Me ordenó que levantase los brazos, momento que aprovechó para atar mis brazos en alto. Con sus rodillas hizo que abriese mis piernas hasta tocar ambos lados del marco de la puerta, formando mi cuerpo un aspa. Comprendí que había pasado las cuerdas por encima del travesaño de la puerta que no llegaba al techo. Esa postura me volvía loca de deseo. Estaba a su entera disposición. Abierta, expuesta, indefensa.
 
Se colocó detrás de mi, apretó su cuerpo contra el mío y comenzó a acariciarme las tetas. Deseaba que me follase. Sin mediar palabra, me penetró fuertemente. Un gemido de dolor y placer se escapó de mis labios. Me estuvo follando así durante un buen rato, provocándome dos intensos orgasmos. Finalmente, oí un suave gemido y su leche me inundó.

Me encantó sentir como se corría mientras me abrazaba fuerte por la cintura. Después me desató. Me quitó el antifaz y me besó dulcemente. Después me abrazó. Pude sentir su fuerza y su tenura en ese abrazo.

Mientras me acompañaba a la puerta de salida de la oficina me susurró:
 
- A partir de ahora nos reuniremos muy a menudo. Me gusta trabajar en equipo.
 
Mientras lo decía, pude ver una leve sonrisa en sus labios.